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También la dulce violencia del pasado asciende:
suaves brazos desde detrás del tiempo
empujando.
Cuando el sol calentaba los cuerpos
diferente
y las nubes no dibujaban sueños sobre azul.

Entonces quebrábamos el mundo con nuestras voces
y los dientes se envolvían en burbujas
para evitar su dureza.

Acaricio con la yema de los dedos
el filo de la espada con la que luchamos
en legendarias batallas,
en lejanos campos bruma donde brillaban ojos feroces
apuntando al futuro
con elegante indiferencia.

Éramos casi animales salvajes, ideas de aroma
flor de montaña silvestre
creciendo en mitad de la primavera.

Dulce violencia del pasado, memoria chispeante,
relámpago al filo de la espada con la que luchamos
en legendarias batallas.